N87 Street Food
Restaurante
El cliente:
Es el lugar donde las mejores burgers se encuentran con una cerveza bien fría, en un ambiente que te hace sentir como en casa, pero con el toque urbano que solo la street food puede ofrecer.
El Objetivo:
Llenar cada mesa de N87 Street Food de Málga
Solución:
Una campaña en redes sociales que destacaba las burgers irresistibles y el ambiente acogedor para atraer nuevos clientes y fidelizar a los de siempre.
La historia de cómo Ale se dejó atrapar por las redes (sociales)
Te voy a contar una historia real, de esas que parecen sacadas de una película.
Todo empezó con un sofá. Sí, un sofá. Y la protagonista de esta historia no es Ale, la dueña del restaurante N87, sino su madre.
Un día cualquiera, la madre de Ale recibió uno de mis anuncios. Era un anuncio que yo había hecho para una tienda de sofás en Palma del Río (sí, Merkasofa, igual ya te suena). Y fíjate, le gustó tanto que decidió llamar para pedirme mi número.
“¿Qué tendrá que ver un sofá con un restaurante?”, pensarás.
Pues mira, lo gracioso es que la madre de Ale no llamó para comprar un sofá. No, no. Llamó porque pensó: “Si este tío es capaz de venderme un sofá con un anuncio, seguro que puede llenar el restaurante de mi hija con gente hambrienta”.
Y, por cosas del destino (y de la amabilidad de José de Merkasofa, que normalmente no suelta mi número para que no me robe la competencia), acabé trabajando para Ale. ¿La mejor parte? Ale, que llevaba toda la vida currando en la hostelería de aquí para allá, ¡ni siquiera creía en la publicidad en redes sociales! Fue su madre la que, muy sabiamente, decidió regalarle nuestra primera campaña.
Ale, acostumbrada a mover el culo por todo el mundo y a trabajar en mil y un restaurantes, pensaba que eso de las redes sociales era una moda pasajera, como los selfies en el espejo. Pero su madre tenía otra visión: “Si te vendieron un sofá, seguro que te llenan las mesas”. ¡Y vaya si lo hicimos!
Ale, con el corazón atrapado en Málaga (¿quién no se queda enganchado a esa ciudad y su buen rollo?), decidió abrir su propio restaurante. Todo un reto, porque ya sabes que la hostelería en España es como la jungla: solo sobreviven los más fuertes. Y ahí estaba yo, con mi campaña bajo el brazo, lista para poner mi granito de arena.
Los resultados no tardaron en llegar. Cada vez que Ale veía una cara nueva en el restaurante, preguntaba: “¿Cómo nos conociste?” Y la respuesta era casi siempre la misma: “Por un anuncio en redes.” Ahí estaba la prueba, la gente no venía solo por el boca a boca, sino porque nuestra publicidad les había hecho salivar. ¡Y eso que Ale no era fan de las redes al principio!
Hoy, 4 años después, Ale no solo es una clienta, es parte de la familia de Plannerizate.
Su restaurante sigue creciendo, y no solo porque hacemos buena publicidad, sino porque Ale es una de esas personas que se preocupa de verdad por dar el mejor servicio. Y eso, amigo mío, es lo que separa a los que sobreviven de los que fracasan.
Ale pasó de ser una escéptica de la publicidad en redes a una empresaria que entiende que, si no te ven, no existes. Ahora, no solo confía en nuestras campañas, sino que también ha visto cómo su restaurante crece año tras año, siempre lleno de gente que viene por un buen plato… y un buen anuncio, claro.
Ah, y para que quede claro: si estás pensando que montar un restaurante en los tiempos que corren es cosa de valientes, tienes toda la razón. Pero no lo digo yo, lo dice Ale, una mujer que ha luchado, se ha adaptado y ha triunfado en un sector donde solo sobreviven los superhéroes.
Sin más, aquí te dejo el testimonio de Ale, que demuestra que, a veces, el mejor regalo que te pueden hacer no es un sofá, sino una buena campaña de publicidad.